Jerónimo Tristante nos regala una novela de espías en el Madrid de los inicios de la guerra civil. Aunque, quizás, no sea la misión de éstos su principal atractivo, sino la magnífica inmersión en un período convulso de la historia marcado por la explosión casi simultánea de una rebelión fascista y una revolución frentepopulista.
En los últimos meses del 36, Juan Antonio Tornell, teniente de las MVR (Milicias de Vigilancia de la Retaguardia), que se toma muy en serio la tarea de poner orden en un escenario revuelto, recibe la misión de encontrar a Kenneth Lee, un fotógrafo desaparecido misteriosamente. No es tarea fácil en un Madrid asediado. Y más, cuando en su búsqueda confluyen con los organismos gubernamentales, los del partido comunista e, incluso, agentes del bando nacional. Los problemas se acumulan mientras asistimos a los complejos momentos de vacío y desconcierto generados por el trasladado a Valencia del gobierno de la República.
Tornell es un militar republicano cabal y convencido, al que, a lo largo de la búsqueda, los violentos excesos y el caos organizativo van minando su fe republicana. En su viaje interior, llega a refugiarse en el deseo de volver al frente, donde las cosas parecen mucho más sencillas y simples. Basti es un juez que, con su clarividencia y posicionamiento más matizado, hace de magnífico contrapunto. Más tardíamente aparece Eva, furibunda quintacolumnista. Los tres han vivido una íntima amistad de juventud que, ahora, insufla una buena dosis de intensidad dramática a la trama.
El motor de la novela se asienta en la búsqueda del fotógrafo. Sin embargo, sobresale como fondo continuo y persistente el dibujo del momento histórico en su lugar concreto. ¿No habrá sido ese su principal objetivo? La vida y el pulso de un Madrid convulso en un tiempo crítico, cuando todo se ha vuelto efímero y provisional, se trasluce de modo magnífico y brillante.
El relato está perfectamente documentado: se nos presenta a Durruti, Santiago Carrillo, los militares Miaja y Rojo, el embajador en funciones de Noruega Schlayer, Chicote, …; se vive la revolución dentro de la República y su perceptible evolución. Se nos cuenta las purgas comunistas, las denuncias, las checas, Paracuellos, los pacos… con una policía superada; pero también se acentúa, de continuo, el esfuerzo ingente de la Junta de Defensa por poner orden en el desmadre inicial.
Conclusión
Se puede decir que es una novela policiaca de ambientación histórica. Se desarrollan varias tramas que se ensamblan armoniosamente, con un final sorpresivo como excelente coda, pero inverosímil y poco creíble. La caballerosidad y nobleza llegan a superar a la inquina y el odio propios de una guerra.
El posicionamiento ideológico del autor quiere ser equidistante, aportando excesos de ambos bandos. Sin embargo, el tiempo -comienzos de la guerra- y el lugar -un Madrid revolucionario- obligan a dar mayor espacio y relieve, y mayor presencia y visibilidad a las tropelías de los republicanos.
Libro muy entretenido, de fácil lectura y de gran interés para los aficionados a este periodo.