El problema que tengo con Limónov, el libro de Emmanuel Carrère ganador de premios tan prestigiosos como “Prix des Prix 2011”, Premio Renaudot y Premio de la lengua francesa, no es del libro, sino mío. Demasiadas horas dedicadas a la novela negra y pocas a los periódicos.
Los políticamente convulsos años 90 me pillaron en edad universitaria, y estaba más preocupada por lo que me iba a poner el viernes que por la guerra de los Balcanes. Rusia era ese país comunista que dejaba de serlo y Gorbachov un señor bonachón que por fin caía bien a los americanos y que tenía una graciosa mancha de nacimiento en la cabeza. Lo más que me suena de entonces es la palabra Perestroika.
En este contexto, algunos años después, un exnovio al que siempre admiraré, ávido lector y con gustos similares (por lo menos entonces, me imagino que hemos evolucionado en direcciones distintas) me recomendó fervientemente este libro, biografía que como dice la contraportada “reconstruye la vida de un personaje real que parece surgido de la ficción. Un personaje desmesurado y estrafalario, con una peripecia vital casi inverosímil…”
El Sr. Savienko pasa de Rusia a Nueva York, de Nueva York a Paris, de Paris a la guerra de Bosnia, a Asía Oriental, a la cárcel. Es buscavidas, escritor, político, revolucionario, guerrero, místico… y el autor lo narra, de una manera brillante, lo más objetiva posible aunque dejando traslucir la falta de simpatía que le produce la persona/personaje. Pero para mí, hay un “defecto” que me saca totalmente del libro y que ha hecho que tarde más de tres meses en acabarlo. Y es la innumerable procesión de nombres de literatos y políticos rusos, e incluso de gente de toda condición y nacionalidad con los que siembra cada capítulo, además de hechos históricos más o menos relevantes, cadi todos relacionados con Rusia y la Europa del Este, que para las personas de a pie, e incluso de conocimiento medio, se nos mezclan y escapan sin mucho sentido. En este punto, si alguien es capaz de decirme tres premios nobel de literatura rusa, tres presidentes de Ucrania o cuantos territorios conformaban la antigua URSS sin consultar Google, me arrepiento de todos mis pecados incultos y me leo Guerra y Paz en su lengua original.
En resumen, está escrito de una manera amena, excelentemente documentado ( la madre de Monsieur Carrère es una historiadora y política francesa especializada en historia de Rusia), da una visión muy interesante sobre el comunismo y su evolución, de cómo se sentían los rusos antes estos cambios y de como siempre el pueblo es el gran perdedor de la Historia , y todo de la mano de Limónov y sus excesos vitales e ideológicos, resultando en muchas ocasiones divertido, pero siempre arduo y difícil para gente sin grandes conocimiento sobre la historia contemporánea y los protohombres rusos.
Un comentario
Puedes tener un problema con el libro, pero has sabido transmitir a la perfección un contenido que parece hecho aposta para mí, así que tomo buena nota para próximas lecturas.