Nos crecen los enanos

Nos crecen los enanos; Cesar Perez Gellida

Tiempo de lectura:

11 horas

ISBN:

9788491295631

Nº de páginas:

616

Editorial:

Suma

Fecha publicación:

08/09/2022

Nuestra valoración:

4.6

El descubrimiento fortuito de dos cadáveres en un pinar de Valladolid da entrada a una serie de asesinatos caracterizados por la sonrisa de Glasgow. Se trata de la macabra actividad de un asesino en serie, el “torturador risueño”. Guardia Civil, Policía Nacional y, poco después, la Interpol se aplican al caso en una fina lucha de inteligencias: atrapar versus no ser atrapado. El asesino, un curioso psicópata, consigue marchar siempre por delante y descoloca a los polis, hasta llevarlos al límite del fracaso. Las claves conducen a sucesos antiguos, que enlazan con lo sucedido en Astillas en la piel de la que, de alguna manera, es continuación.

La inspectora Sara Robles y el asesino, el asesino y Sara son los ejes de la trama. 

El frio asesino cae de lleno dentro de las coordenadas del género de novela negra tan personal de Gellida. No es desconocido para el lector casi desde el principio. En algunos capítulos, él mismo nos va contando en primera persona (aunque a veces no le sería posible), hechos, sensaciones, enfoques, evolución, apetencias, … Una delicia para el lector que obtiene una doble perspectiva de lo sucedido: la visión del narrador y la del asesino en serie, un loco que, además, se ayuda de la psiquiatría para ahondar en su propio porqué del crimen. Firma sus crímenes para lanzar un reto y disfrutar jugando con la ineficaz carrera de la policía tras el señuelo.

La incansable Sara, contrapunto del pertinaz asesino, es el personaje más interesante. A ella se le encarga el oscuro y opaco caso en colaboración con el teniente de la Guardia Civil Bittor Balenciaga, con el que mantiene una relación suficientemente estable y satisfactoria. Aparece también implicado Ramiro Sancho, ahora en la Interpol y antiguo compañero sentimental. Su presencia, aunque lenificante, también provoca e interfiere seriamente en la relación de Sara con Bittor. Introduce un triángulo amatorio que la desgarra y divide entre viejo amor y logrado amor. Se ve obligada, así, a gestionar el conflicto entre profesión y vida personal, en el momento del caso que augura un manifiesto desastre policial. Se acumulan fuertes tensiones, muy bien aprovechadas por el loco asesino. Sara, llevada al límite, a un tris de romperse interiormente, se siente nadando en las aguas profundas de un fracaso total y sistémico, donde confluyen agónicamente lo personal y lo profesional.

Gellida conjuga de modo excelente la trama y la narración en un bien estructurado relato.  Con saltos continuos y reiterados de escena, cortada en momento culminante, crea una casi permanente situación de clímax y de ruptura que, sin embargo, no interrumpe el hilo argumental. Con el enganche de una misma palabra, al abordar un escenario completamente distinto, o con el cambio entre primera y tercera persona dota al escrito de una buscada fluidez y perspectivas enriquecedoras. Se fortalece el impulso para seguir la lectura sin interrupción.

Nos enfrenta a un caso totalmente patológico, de psiquiatra. Muchas muertes horripilantes que cuenta de modo hiperrealista y morboso. No faltan descripciones llenas de crudeza y de una dureza excesiva, con acumulación de lo macabro y a veces lo escatológico.

Como resulta evidente, ya desde el mismo título, la novela abunda en resonancias de espectáculo circense lleno de contorsiones, saltos y sorpresas. En la misma línea, cada capítulo, en puro estilo Gellida, se titula con la definición de algún elemento propio del circo que sibilinamente apunta a su contenido. Son claves de comprensión y de lectura. Quizá no haya que tomárselo todo tan en serio.

Por otra parte, se muestra riguroso y bien documentado en todos los aspectos. Se ha currado los caracteres, el entorno, la geografía, la psiquiatría, … Rompedor y, por ello, en la línea más clásica de la novela negra, ofrece una trama robusta que sorprende, a veces, con lo que no se espera, pero sin engaño. Se mueve muy bien, tiene ritmo y suspense.

Sus personajes están muy trabajados y logrados: el malo, fenómeno y Sara, pletórica en sus muchos matices, y todos bien dibujados en sus claroscuros y sus limitaciones.

Cuando después de un tremendo fracaso parece que ya ha llegado el momento de su conclusión definitiva, alarga inesperadamente la historia. Da la impresión de que decae. Sin embargo, en un brinco narrativo vertiginoso, que puede parecer un poco forzado, lleva a un final majestuoso y brutal donde se traspasan los límites de lo que, quizás, no debiera ser admisible.

No desilusiona. Se lee de corrido.

De «Nos crecen los enanos» se ha dicho

«César Pérez Gellida es, sin ninguna duda, el mejor autor de novela negra de España». Juan Gómez-Jurado

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *